sábado, 25 de febrero de 2012

Espejo

"Lo siento, sé que me he portado como un estúpido, pero pareces no haberte dado cuenta de una cosa, una cosa bastante importante, por lo menos para mí..."

Termino de desdoblar la carta. Y continúo leyéndola.

"Mírate, puede que desconozca, cual es tu color preferido, tu canción favorita, ni siquiera sé qué tipo de música te gusta escuchar... Y entiendo que sea motivo más que suficiente para enfadarte"


Suspiro. Me pongo frente al espejo, me miro de arriba abajo.

"Pero... Párate en seco, porque tengo que decirte algo muy importante, no lo necesito. No necesito saber todas esas cosas insignificantes, no fue nada de eso lo que me enamoró de ti perdidamente"


Comienzo a notar como mis mejillas se sonrojan.

"Te conozco desde que eres una niña, y siempre has tenido la misma mirada oscura, en la que cada vez que me reflejo no puedo evitar quedarme paralizado. Esa es una de las pocas cosas en el mundo que pueden dejarme sin palabras"


Me acerco aún más al espejo y busco verme reflejada en mis propios ojos.

"Puede que no recuerde cual es tu canción preferida, pero para mí, eso no es algo importante, porque yo siempre tengo en la cabeza tu voz, tu risa... Y esa es la única melodía que me resulta bonita ya..."


Me aparto el pelo de la cara, conteniendo el aire.

" Recuerdo perfectamente él día que te vi por primera vez, esa sonrisa no se borra de mi mente, cada palabra que has dicho, que muchas veces han sido lanzas de fuego, que me han hecho madurar y darme cuenta de lo mucho que mejoro cuando estoy contigo, porque sí, tu me haces ser mejor" 


Dejo caer los brazos. Frente al espejo... Ahora me siento mucho más grande... A mí tampoco se me ha olvidado ese día.

"No sé lo que te pasa por esa cabeza, ni como vas a reaccionar después de tantos años... Años en los que siempre te he visto como alguien especial, alguien que está... Que nunca se marcha de tu lado... Esa sinceridad y paz que me transmites cuando estás conmigo, si por mi fuera, no dejaría que te marchases de mi lado en ningún momento... ¿No te das cuenta? Eres todo lo que necesito..."


Sonrío.

"Recuerdo y conozco todas y cada una de tus miradas, de tus sonrisas, esas que mantienes desde que eres apenas una niña, de tus andares, tu pelo, tu boca... Conozco cada parte de ti... Tus gestos, tus manos... La forma en la que ladeas la cabeza... Todo. Así que, no pienso permitir que vuelvas a poner en duda si te conozco o no. Porque es una ofensa. ¿Entiendes ahora por qué para mí no es necesario saber tu color, tu canción... No lo necesito, porque sé todo lo que necesito saber sobre ti. Estoy completamente seguro de que estás frente al espejo, mirándote, ahora sonríes..."

Leo la última parte de la carta. No dejo de sonreír.

"Eres lo mejor que tengo, no estoy acostumbrado a decir todas estas cosas, pero necesitaba que supieras lo orgulloso que me siento de conocerte, y de tenerte cada día a mi lado..."

Dann

lunes, 20 de febrero de 2012

Reclamo

Miro el reloj, ansiando esa llamada. Llamada que hace que no me separe del teléfono en toda la tarde, me arrepiento, me arrepiento cada segundo de haberlo marcado, me arrepiento incluso de haberlo comprado. Tentación que anula completamente mis sentidos.
Espero impaciente.
Quiero oír tu voz, decirte que te echo de menos, saber que sigues ahí.
-¿Dann?- se escucha eco y en tu tono noto la frialdad que acompaña a la tarde de invierno.
-Sí, soy yo...-contesto tímidamente


Dann

domingo, 19 de febrero de 2012

Tiempo que vuela

Aún me hace gracia recordarlo, el tocadiscos abandonado, aquel cuadro de Monet aparcado a un pequeño lado de la habitación, los cojines por el suelo y el espejo en el que todo se refleja, nos observaba inquieto.
Posiblemente jamás se haya parado a pensar qué ha sido de ti o de mí, de nosotros.
-Te toca-me dices arrodillado en el suelo frente a mí.
-No sé, déjame que me lo piense-me coloco la mano justo debajo de la barbilla en gesto pensativo, aunque en realidad no puedo apartar la mirada de tus ojos oscuros y tu sonrisa de niño duro, justo lo contrario de lo que eres. Nadie lo diría.
-Esto empieza a ser aburrido...-lo dices con miedo, quizá pase lo de siempre, no sabes como voy a reaccionar.
Comienzo a reírme a carcajadas.
-¿Cómo te puede parecer aburrido un juego de ajedrez?-te pregunto fingiendo asombro.
-Pues sí, me lo parece-dices a la vez que te tumbas sobre los cojines tirados por el suelo.
-Bueno, en ese caso... Me marcho para que descanses-digo a la vez que me pongo en pie y comienzo a atarme los cordones de las converse.
Me mira de golpe.
-Eh-se incorpora-yo no he dicho que quiera que ta vayas-me dice
-Ya, pero es muy tarde y...-no me deja terminar la frase, me coge de las manos y me obliga a soltar los cordones.
Me giro y lo miro.
-Sólo un rato más, venga. ¿Qué te cuesta?-me pide a la vez que me regala una sonrisa fugaz.
-Vale, pero no mucho-sabiendo que con él las horas acaban por convertirse en segundos que se esfuman rápidamente, sin que pueda darme cuenta.

Dann

sábado, 11 de febrero de 2012

Apostar

-Dame la mano, vamos Dann. Tú puedes-me mira fijamente, con seguridad. La que en este momento me falta a mí.
Sin embargo, no soy capaz. Llámame cobarde. Pero no me atrevo, no quiero dar un paso al frente y que ya sea tarde para volver atrás.
-No puedo-le grito, asustada, sí, tengo miedo. Más que nunca. No es que no confíe en él, es que no confío en mí.
-Dann, conmigo no te va a pasar nada, no tengas miedo-apenas me siento el cuerpo, no soy capaz de levantar la vista, no puedo quitar los ojos de ese vacío inmenso. No puedo apostarlo todo para luego no llevarme nada a cambio.
-Estás loco, por favor. Sácame de aquí-no dejo de gritarle lo mismo una y otra vez, tirito, tengo frío y siento en la sien un latido fuerte, que me está haciendo perder la razón.
-Estoy contigo, sé que eres capaz-me sonríe, yo apenas puedo articular palabra, y él sin embargo, parece estar tranquilo, cómo si no fuera cociente del peligro que estamos corriendo-Eres lo más importante que tengo, no puedes dejarme hacer esto solo, vamos-me repite.
Cierro los ojos, no miro hacia abajo, levanto la cabeza lentamente y aunque sigo teniendo el mismo miedo que antes, lo agarro de la mano. Él tira de mí y me atrae hacia sí.
-Abre los ojos, ya estás conmigo.




El pitido de un furgón, hace que me despierte de un salto. Abro los ojos, el sol que se cuela entre las cortina azules me ciega. Me incorporo en la cama, toda revuelta, por la pesadilla.
Entonces alguien toca a la puerta. Me asusto, aún tengo el corazón a cien por hora después de lo ocurrido en mi condenado subconsciente.
Por más que quiera despertar de él, ha sido tan real, que sigo temblando de miedo.
Vuelve a aporrear la puerta.
Me pongo en pie y bajo las escaleras de dos en dos, había olvidado que no hay nadie en casa.
Abro la puerta y una sonrisa se dibuja en mi cara. Ahí está, apoyado en la cancela, con sus ojos oscuros mirándome de arriba a abajo.
-Buenos días- me dice, su voz. Aún tengo grabada en mi mente cada palabra que me ha dicho hace dos minutos, mientras dormía- ¿Quieres dar un paseo? Hace un día estupendo.
Asiento con la cabeza.
-Voy a cambiarme-le contesto, mientras subo las escaleras de nuevo.
El sueño vuelve a mi mente, aunque él no lo sepa, lo dejaba todo por estar a su lado.

Dann

domingo, 5 de febrero de 2012

Tenerte

Me mira fijamente, sin parpadear. Sonríe, las manos metidas en los bolsillos. Apenas soy capaz de mantener mi postura inflexible.
Sus ojos, me traspasan, se puede decir que lo está haciendo a propósito.
-Vamos Dann, sé que no puedes estar así eternamente-me dice con voz de crío consentido.
Sin embargo no cambio el gesto. Ahí de pie, balanceándose de un lado a otro, ladea la cabeza.
Da dos pasos al frente, se acerca cada vez más a mí.
Giro la cara con orgullo, aunque quizá lo que menos me apetezca hacer ahora, sea eso.
-¿Puedes dejarme en paz?-le pregunto cada vez más insegura. No deja de acercarse, lentamente, sonriendo.
-Sabes de sobra que no puedo-se saca las manos de los bolsillos.
Apenas 10 centímetros nos separan. Cada vez la distancia es más corta.
Las piernas me tiemblan y ya noto su respiración cerca.
-Pues podrías empezar a poder respetar mis enfados-intento evitar las ganas de abrazarle.
Me coge de las manos, su cuerpo empieza a rozarse con el mío.
-¿Estás enfadada, en serio?-pregunta a la vez que apoya su frente contra la mía.
Asiento con la cabeza, ya no me salen las palabras.
-Pues yo jamás me enfadaría contigo-sonríe- ¿Sabes por qué?
Niego con la cabeza, aunque la respuesta la sé a la perfección.
-Porque te quiero-dice a la vez que separa su frente de la mía y me abraza.
Suspiro, era justo lo que quería oír.



Dann
    


jueves, 2 de febrero de 2012

Atada

Apenas le encuentro la moraleja, ni siquiera tiene sentido. Ya ni me acuerdo del principio y está claro que nunca voy a llegar a ver el final.
 Llevo tiempo tras él, tratando de encontrarlo, de no dejar que se escape.
 Lo sigo sin parar, día y noche, pensándolo.
 Me refugio en cada uno de sus pasos, esos que da con decisión al horizonte.
No tengo ni idea de hacia dónde se dirige, es como quien va perdido, y me pierde a mi con él.
Agonía, por ver que no sé cuando parará, que no descansa y mucho menos piensa rendirse.
Yo tampoco parezco tener intención de aflojar la marcha, y no entiendo el motivo. Quiero parar, pero no puedo. Hay algo por encima de mí, algo que me lo impide.
Es incesante, es un misterio, está prohibido. Sin embargo lo hago, no pienso en las consecuencias, no me importan. Sólo camino cuando él camina y corro cuando él corre.
Quiero alcanzarlo, es mi meta.
Algún día será él, el que me siga a mí.
                                   

Dann