Sus ojos, me traspasan, se puede decir que lo está haciendo a propósito.
-Vamos Dann, sé que no puedes estar así eternamente-me dice con voz de crío consentido.
Sin embargo no cambio el gesto. Ahí de pie, balanceándose de un lado a otro, ladea la cabeza.
Da dos pasos al frente, se acerca cada vez más a mí.
Giro la cara con orgullo, aunque quizá lo que menos me apetezca hacer ahora, sea eso.
-¿Puedes dejarme en paz?-le pregunto cada vez más insegura. No deja de acercarse, lentamente, sonriendo.
-Sabes de sobra que no puedo-se saca las manos de los bolsillos.
Apenas 10 centímetros nos separan. Cada vez la distancia es más corta.
Las piernas me tiemblan y ya noto su respiración cerca.
-Pues podrías empezar a poder respetar mis enfados-intento evitar las ganas de abrazarle.
Me coge de las manos, su cuerpo empieza a rozarse con el mío.
-¿Estás enfadada, en serio?-pregunta a la vez que apoya su frente contra la mía.
Asiento con la cabeza, ya no me salen las palabras.
-Pues yo jamás me enfadaría contigo-sonríe- ¿Sabes por qué?
Niego con la cabeza, aunque la respuesta la sé a la perfección.
-Porque te quiero-dice a la vez que separa su frente de la mía y me abraza.
Suspiro, era justo lo que quería oír.
Dann
Dios, como te odio ¬¬
ResponderEliminarEs precioso!
Yo también te odio, pero gracias Cat!
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