miércoles, 28 de marzo de 2012

Y me rindo...

Cierro los ojos en un intento fallido de evadir la realidad, acto egoísta por mi parte. La fuerza que ejerzo sobre las piernas es cada vez menos intensa, dejo caer los brazos y con ellos mis hombros se relajan, ya no me quedan fuerzas ni para mantenerme erguida, un dolor intenso en mi nuca me deja prácticamente perdida y un pitido constante hace que no oiga nada de lo que estás diciendo
Perdí la orientación en el momento en el que noté que algo dentro de mí iba desapareciendo, iba muriendo, lentamente, dejándome sola, completamente sola.
Creía que no era real, pero era otra simple ilusión, que yo misma diseñaba.
Siento todo el peso del cuerpo en la cabeza, ya ni siquiera tengo fuerza para evitar ladearla.
Poco a poco me desplomo, me dejo caer, me da igual el daño que me pueda hacer. No sería comparable al que me hiciste cuando cortaste mis alas.
Dejo de percibir el mundo, pero no me importa, ya me he rendido, ni yo me lo creo.
¿Cobardía? Tal vez.
Pero no te despistes, no te relajes, mantén la guardia montada, porque en cuanto despierte de este trago de dolor, volveré a luchar.
A luchar por mí, y  esta vez, no caeré tan rápido.
                                                                            Dann

lunes, 5 de marzo de 2012

Cinco

Un terremoto de felicidad, ilusión, alegría y sobre todo, lo que más la hace destacar sobre el resto de seres vivos del mundo, es su empedernida lucha por la libertad. La fuerza de voluntad que la rodea, contagia a todo el que esté a su alrededor.
Ella es justo lo que se necesita en este maldito mundo de egoísmo, materialismo, desconsuelo, falta de esperanza, de alegría y un lugar de inconformismo.
Personas como ella, que no abundan, de las que no quedan, de las que se echan en falta.
El tenerla a mi lado es una suerte enrome, quizá lo mejor que haya llegado a mi vida.
Nada ni nadie puede sustituirla.
La quiero, por encima de todas las cosas. Es una fuente inagotable de vida. Sin ella yo no estaría hoy aquí.
Y es por eso que con ella tengo una duda eterna.













Para ti mamá.

domingo, 4 de marzo de 2012

Sacudida

Ando con decisión hacia delante, sin pararme. Descalza, el viento seco de levante me da en la cara, viento cálido. La arena clavándose en la planta de mis pies, siempre me ha encantado esa sensación, me tranquiliza. Avanzo rápido, pero me paro de golpe, me ruge en la cara, me incita a no hacerlo, chocan detrás una de otra, sin pausa. De forma salvaje, me recuerda ese sonido al rugido de un león, maldita sea, me atemoriza la idea de entrar ahí, sin embargo en el momento en que mis pies comienzan a sentir el agua, un escalofrío me recorre el cuerpo, presionándome para que sin miedo continúe caminando.
Así lo hago. Me obedezco a mí misma.
Poco a poco el agua me va ganado terreno. Primero acaba por cubrir mis rodillas, subiendo hasta la cintura. Me paro. Las olas me vencen, me golpean una tras otra, son grandes, tanto que llego a asustarme.
Me giro, la playa está totalmente vacía. Ni siquiera se ve gente paseando.
Tomo aire y me hundo.
Una vez bajo el agua, no oigo absolutamente nada, un silencio contagioso, desgarrador. Aquí abajo está la calma que tanto buscaba.
Me dejo llevar, sin salir a tomar aire, pienso estar aquí mientras mis pulmones aguanten, no será mucho. Es por ello por lo que quiero aprovechar hasta el último segundo. Aprovechar, para sentirme sola, para no escuchar a nadie más que no sea yo misma, lo necesito. Unos segundos de paz.
Estoy asustada, mucho. Y no entiendo el motivo. Se supone que tengo que ser feliz y encajar en todo y con todo lo que hago, pero no es así, yo sé que no es así. Muy pocas veces realmente me llego a entender yo misma. Y eso me duele. Ando por la vida dándole consejos al resto del mundo, sin embargo, ¿y yo?, yo parezco no necesitarlos. Y quizá creo que no los necesito, pero ahora es cuando me doy cuenta de lo que los echo en falta. A fin de cuentas, algunos los hubiera usado. Me quedo sin oxígeno, los pulmones me pinchan, me piden una bocanada de aire contaminado, de ese de ahí fuera. Y yo solo soy una sierva que debe darle lo que piden. Cojo impulso con mis pies y salgo a la superficie. Inspiro profundamente y lucho contra las olas para poder salir.
Cuando por fin vuelvo a tocar tierra seca, me agarro el pelo en una trenza mal hecha y me tiro de espaldas sobre la arena, mirando al cielo.
A fin de cuentas solo necesitaba un momento mío, solo mío.

Dann