Como el limón.
Oculto entre miles de facetas, indescifrable. Fuerte, mucho más de lo que se espera de él.
Una sombra, que anda junto a mí, que me sigue, noche y día. Que se clava en lo más profundo de mi ser, que me hace dudar, que me impregna.
Adictivo, siempre deja ese sabor en mí, ese sabor amargo. Lo necesito.
Mezcla de sensaciones diferentes.
Dureza al hablar, dulzura cuando mira. Sonrisas de medio lado y gesto melancólico, como si deseara algo más de lo que tiene.
Intento fallido de crear una imagen falsa de sí mismo, una imagen de continua indiferencia, que se rompe en cuanto me cruzo con sus ojos y su mundo y el mío se estremecen. A la vez, juntos. Frente a frente.
Dolor, demasiado. Cuando da una de cal y otra de arena, cuando no quiere querer.
Puñales de veneno letal, las palabras. Frases hechas, frases secas, que no me dicen nada y a la vez todo. Se resiste a dejarse ver tal y como es. Por mucho que lo intente, por mucho que se esfuerce, yo ya lo sé.
Conmigo ya no le sirve esa faceta que desea aparentar, lo siento. Yo ya he tocado en lo mas profundo de su ser, ya lo conozco lo suficiente. Lo bastante como para saber que le duele, que le afecta lo más mínimo, que presta especial atención a lo que se le diga, que siente las cosas, que abre todos los poros de su piel cuando lo necesito, que tiene una esencia especial, que me envuelve en si mismo que me lleva tras él, que me busca, que lo busco.
Detalles, que lo delatan, que lo hacen resaltar sobre el resto.
Cuando me persigue con la mirada, cuando me hace sonreír, cuando me arrastra consigo. Cuando le da igual lo que pase fuera, si yo estoy dentro con él.
Cuando se para en seco, para fijarse en los pequeños gestos y palabras que hago y digo. Cuando tiende la mano sin importar quien se agarre a ella.
Cuando ve cosas que nadie más ve.
Anda con decisión, seguro de su final. Parece no dudar. Y yo tampoco lo hago, porque confío en él, confío en su sabor amargo.
Dann
Pero qué cosa más preciosa!
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