Simplemente me apetece quedarme aquí, mirándole.
¿Qué se supone que tiene?
Ni siquiera yo lo sé.
Encojo las rodillas y las pongo sobre el asiento, las rodeo con mis brazos y apoyo la cabeza sobre ellas sin dejar de mirarle.
Ojos oscuros, rajados y con la habilidad de dejar completamente sin palabras a todo aquel que los mire.
Es gracioso, me mira de reojo y finge seguir conduciendo con tranquilidad.
Sus manos, grandes, agarra el volante seguro de su destino.
Me regala una sonrisa de medio lado.
-¿Estás bien?
Asiento sin decir ni una sola palabra.
Continúa relajado.

Es demasiado tiempo esperando a algo que nunca llegaría, sin embargo está él.
Él en estado puro, sincero, tal cual yo quería, tal cual es.
Resulta ser algo inexplicable.
Dann
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