domingo, 30 de diciembre de 2012

Vita.

Como la última hoja del árbol que el frío otoño nunca arrancó, como un puñado de letras amargas de una canción que nunca triunfó, como la esperanza e ilusión de un niño que nunca tuvo infancia.

Recordé que la vida no tiene compasión, que poco a poco todo acaba por envejecer, que no nos queda nada, nada excepto nuestra debilidad, que el mundo es cada vez más pequeño, que ya no existen valores, que ya el humano nace sin conciencia, que no hay nada que no sea evitable y que el destino es solo una forma barata de fingir que todo esto tiene un porqué.
Un montón de mentiras, la cara de la moneda que ni tú ni yo vemos, que no encontramos y que nunca vamos a encontrar, porque tenemos miedo, miedo al fracaso, al dolor, miedo a triunfar.

Se me escapa una sonrisa de medio lado al pensar que a pesar de todo eso aún me ilusiona la carcajada de un niño, la luz de cada mañana, el sol dándome en la cara, un abrazo sincero, el sonido del mar, las tormentas de verano, la música de fondo, la brisa de levante y el poder sentirlo.

Ojalá fuera eterno, ojalá no acabase nunca, ojalá no me tenga que despedir jamás de ninguna de estas pequeñas cosas, ojalá nunca olvide mis recuerdos, ojalá no desaparezcan, porque eso significará que yo me he ido con ellos, con cada uno de los momentos que hoy forman parte de mi piel, de todos y cada uno de los poros de mi cuerpo, de mi memoria, de mí.


Dann

sábado, 9 de junio de 2012

Advertencia.

¿Danieti?
Me río por no llorar, cuando ni yo misma sé si me reconozco. No suelo ser predecible. Para nada.
E incluso suelo avisarlo de antemano a todo ser que se acerca a mí. Tiene que estar preparado para cualquier reacción. Diría que lo siento, pero no. Es un riesgo que hay que correr conmigo.
Estoy segura de que jamás llegaré a conocerme del todo. Pero eso tampoco me asusta.
Otra cosa que debes saber es que hay momentos en los que no me encuentro y fingiré seguridad, puede que la mayoría de las veces sepa lo que hago, pero tampoco tendrás la oportunidad de apreciar la diferencia.
Supongo que por eso me gusta tanto el mar, porque unas veces está completamente en calma y otras el oleaje te arrastra y te hace sentir pequeña. Como yo.
Aunque haya circunstancias en las que parezca que no me importas, momentos en los que te quiera lo más lejos posible de mí, te grite y suplique que te vayas de mi lado, no me escuches, no me obedezcas.
Es en esos instantes en los que más te necesito.

Esto es solo la introducción de un pequeño manual de instrucciones que poco a poco tú tendrás que ir resolviendo, al igual que otros, que hoy casi han llegado al final.
Es lo único que te puedo dar, no tengo mucho más. Espero te sirva de ayuda para no rendirte a la primera de cambio, porque puede que ya te haya tomado el suficiente cariño y no quiera dejar que te rindas.

Dann


domingo, 13 de mayo de 2012

Cuídate.

Querido compañero,
en realidad no sé porqué te escribo esta carta, supongo que ya vuelve el calor y esta humedad seca me recuerda a ti.
No hace tanto que perdí el hilo del mundo, pero tengo un problema, ya no lo encuentro. Resulta gracioso pero se puede decir que estoy completamente perdida en mí misma. Tranquilo, no te voy a pedir la difícil tarea de que seas tú el que me encuentre, ya has hecho suficiente por mí en todo este tiempo.
Si miro a mi alrededor, no tengo una vista bonita, ni siquiera hay vistas. Puede parecer patético, pero es así.
Me duelen los brazos de tenerlos cruzados durante tanto tiempo, pero es que desde que no estás me falta la poca fuerza, que si bien recuerdas, antes tenía.
Parece que no me importa nada, incluso me río de lo que no tiene ninguna gracia, por tal de evadirme y escabullirme de la especie de realidad que me rodea.

Pero no empecé a escribir esta carta para contarte lo menos agradable que hay por aquí, ni para confesarte que estoy perdiendo la batalla, sino para decirte que no lo pienso permitir, y para darte las gracias.
Gracias por todo, sí, por todo. Por cada soplo de fuerza que me has regalado, por cada momento que me ha llenado de vida, de sabor a voluntad.
Gracias por vivir, fuera y ahora dentro de mí. Porque te siento en cada milímetro de mi ser. Porque creo que pocas veces he estado tan cerca de ti como lo estoy ahora.
Gracias por saber escuchar y saber responder no con la voz, sino con lo que mejor se te da hacer que es repartir ganas de seguir adelante por muy empinada que esté esta rampa que es la vida.
Gracias por ser tal cual has sido, tal cual eres.
Y ya sabes muy bien cual es el otro motivo de esta hazaña que es escribirte una carta, quiero que sepas que a partir de ahora te voy a dar muy poco trabajo, solo necesito que observes con atención mis hechos y que te sientas orgulloso de la persona en la que me he convertido, porque a partir de este punto del camino, ya avanzo yo sola.
Quiero que sepas también que no me pienso rendir, que no tengo la intención de dar mi brazo a torcer, que ahora mando yo y nadie más en mi misma, que la batalla que parecía perdida, será ganada y que no voy a caer, que voy a hacer gala de todo lo que me han enseñado. Que seré fuerte, no indestructible, pero sí lo suficientemente valiente como para enfrentarme al mundo y mirarle a los ojos. Porque ya no le temo a nadie, porque ahora es cuando de verdad me doy cuenta de la gran diferencia.

No sé como terminar, supongo que de nuevo recordándote que sigas ahí para ver como van a cambiar las cosas a partir de ahora, sé que hoy es un día especial, no solo por ese cambio, sino por muchos motivos. Y quiero que uno de ellos sea este.
Muchas gracias otra vez, cuídate.


                                                                                                                                                           Am.

viernes, 20 de abril de 2012

Amargo

Como el limón.
Oculto entre miles de facetas, indescifrable. Fuerte, mucho más de lo que se espera de él.
Una sombra, que anda junto a mí, que me sigue, noche y día. Que se clava en lo más profundo de mi ser, que me hace dudar, que me impregna.
Adictivo, siempre deja ese sabor en mí, ese sabor amargo. Lo necesito.
Mezcla de sensaciones diferentes.
Dureza al hablar, dulzura cuando mira. Sonrisas de medio lado y gesto melancólico, como si deseara algo más de lo que tiene.
Intento fallido de crear una imagen falsa de sí mismo, una imagen de continua indiferencia, que se rompe en cuanto me cruzo con sus ojos y su mundo y el mío se estremecen. A la vez, juntos. Frente a frente.
Dolor, demasiado. Cuando da una de cal y otra de arena, cuando no quiere querer.
Puñales de veneno letal, las palabras. Frases hechas, frases secas, que no me dicen nada y a la vez todo. Se resiste a dejarse ver tal y como es. Por mucho que lo intente, por mucho que se esfuerce, yo ya lo sé.
Conmigo ya no le sirve esa faceta que desea aparentar, lo siento. Yo ya he tocado en lo mas profundo de su ser, ya lo conozco lo suficiente. Lo bastante como para saber que le duele, que le afecta lo más mínimo, que presta especial atención a lo que se le diga, que siente las cosas, que abre todos los poros de su piel cuando lo necesito, que tiene una esencia especial, que me envuelve en si mismo que me lleva tras él, que me busca, que lo busco.
Detalles, que lo delatan, que lo hacen resaltar sobre el resto.
Cuando me persigue con la mirada, cuando me hace sonreír, cuando me arrastra consigo. Cuando le da igual lo que pase fuera, si yo estoy dentro con él.
Cuando se para en seco, para fijarse en los pequeños gestos y palabras que hago y digo. Cuando tiende la mano sin importar quien se agarre a ella.
Cuando ve cosas que nadie más ve.
Anda con decisión, seguro de su final. Parece no dudar. Y yo tampoco lo hago, porque confío en él, confío en su sabor amargo.

Dann

lunes, 9 de abril de 2012

Y me quedé con ganas de más.

De más miradas, de más sonrisas, de más momentos juntos.
Despertarme con ese vacío en el pecho, con mi memoria dando vueltas como una loca, recapitulando cada segundo que compartimos.
Se desvaneció el tiempo, rápido, voló entre nosotros. Paseos, caricias y palabras que ahora ya no me encajan.
Dejaste un buen sabor de boca en mí, demasiado bueno.
Maldito seas, ¿no te das cuenta de que ahora ya no puedo existir sin esos recuerdos?
Los necesito, son parte de mí, van tatuados en mi piel, en cada poro.
No dejan de estallar en mi cabeza, uno tras otro, creando un barullo, del que tú y solamente tú, eres el culpable.
No me siento orgullosa, he caído, y te recuerdo, querido, que yo nunca caigo, pero no sé que pasa contigo. No sé que me has hecho, pero me he resbalado poco a poco, con tu ayuda, hacia un paraíso inmenso al que no sé llegar sin ti.
Del cual me sacaste de un momento a otro.
Y llámame egoista, pero me quedé con ganas de más.

Dann

viernes, 6 de abril de 2012

Inexplicable.

Me mira esperando una respuesta árida o que me levante del asiento y salga del coche a toda velocidad, pero no lo hago. No tengo el más mínimo interés en dejar que se vaya. Hoy no. No pienso dejar que me ganen los impulsos, hoy es un día distinto, hoy es nuestro día.
Simplemente me apetece quedarme aquí, mirándole.
¿Qué se supone que tiene?
Ni siquiera yo lo sé.
Encojo las rodillas y las pongo sobre el asiento, las rodeo con mis brazos y apoyo la cabeza sobre ellas sin dejar de mirarle.
Ojos oscuros, rajados y con la habilidad de dejar completamente sin palabras a todo aquel que los mire.
Es gracioso, me mira de reojo y finge seguir conduciendo con tranquilidad.
Sus manos, grandes, agarra el volante seguro de su destino.
Me regala una sonrisa de medio lado.
-¿Estás bien?
Asiento sin decir ni una sola palabra.
Continúa relajado.
No lo imaginaba, jamás, ni siquiera lo sospechaba. Verme aquí, sentada a su lado, sin poder decir ni una palabra.
Es demasiado tiempo esperando a algo que nunca llegaría, sin embargo está él.
Él en estado puro, sincero, tal cual yo quería, tal cual es.

Resulta ser algo inexplicable.




Dann

miércoles, 28 de marzo de 2012

Y me rindo...

Cierro los ojos en un intento fallido de evadir la realidad, acto egoísta por mi parte. La fuerza que ejerzo sobre las piernas es cada vez menos intensa, dejo caer los brazos y con ellos mis hombros se relajan, ya no me quedan fuerzas ni para mantenerme erguida, un dolor intenso en mi nuca me deja prácticamente perdida y un pitido constante hace que no oiga nada de lo que estás diciendo
Perdí la orientación en el momento en el que noté que algo dentro de mí iba desapareciendo, iba muriendo, lentamente, dejándome sola, completamente sola.
Creía que no era real, pero era otra simple ilusión, que yo misma diseñaba.
Siento todo el peso del cuerpo en la cabeza, ya ni siquiera tengo fuerza para evitar ladearla.
Poco a poco me desplomo, me dejo caer, me da igual el daño que me pueda hacer. No sería comparable al que me hiciste cuando cortaste mis alas.
Dejo de percibir el mundo, pero no me importa, ya me he rendido, ni yo me lo creo.
¿Cobardía? Tal vez.
Pero no te despistes, no te relajes, mantén la guardia montada, porque en cuanto despierte de este trago de dolor, volveré a luchar.
A luchar por mí, y  esta vez, no caeré tan rápido.
                                                                            Dann