domingo, 30 de diciembre de 2012

Vita.

Como la última hoja del árbol que el frío otoño nunca arrancó, como un puñado de letras amargas de una canción que nunca triunfó, como la esperanza e ilusión de un niño que nunca tuvo infancia.

Recordé que la vida no tiene compasión, que poco a poco todo acaba por envejecer, que no nos queda nada, nada excepto nuestra debilidad, que el mundo es cada vez más pequeño, que ya no existen valores, que ya el humano nace sin conciencia, que no hay nada que no sea evitable y que el destino es solo una forma barata de fingir que todo esto tiene un porqué.
Un montón de mentiras, la cara de la moneda que ni tú ni yo vemos, que no encontramos y que nunca vamos a encontrar, porque tenemos miedo, miedo al fracaso, al dolor, miedo a triunfar.

Se me escapa una sonrisa de medio lado al pensar que a pesar de todo eso aún me ilusiona la carcajada de un niño, la luz de cada mañana, el sol dándome en la cara, un abrazo sincero, el sonido del mar, las tormentas de verano, la música de fondo, la brisa de levante y el poder sentirlo.

Ojalá fuera eterno, ojalá no acabase nunca, ojalá no me tenga que despedir jamás de ninguna de estas pequeñas cosas, ojalá nunca olvide mis recuerdos, ojalá no desaparezcan, porque eso significará que yo me he ido con ellos, con cada uno de los momentos que hoy forman parte de mi piel, de todos y cada uno de los poros de mi cuerpo, de mi memoria, de mí.


Dann

sábado, 9 de junio de 2012

Advertencia.

¿Danieti?
Me río por no llorar, cuando ni yo misma sé si me reconozco. No suelo ser predecible. Para nada.
E incluso suelo avisarlo de antemano a todo ser que se acerca a mí. Tiene que estar preparado para cualquier reacción. Diría que lo siento, pero no. Es un riesgo que hay que correr conmigo.
Estoy segura de que jamás llegaré a conocerme del todo. Pero eso tampoco me asusta.
Otra cosa que debes saber es que hay momentos en los que no me encuentro y fingiré seguridad, puede que la mayoría de las veces sepa lo que hago, pero tampoco tendrás la oportunidad de apreciar la diferencia.
Supongo que por eso me gusta tanto el mar, porque unas veces está completamente en calma y otras el oleaje te arrastra y te hace sentir pequeña. Como yo.
Aunque haya circunstancias en las que parezca que no me importas, momentos en los que te quiera lo más lejos posible de mí, te grite y suplique que te vayas de mi lado, no me escuches, no me obedezcas.
Es en esos instantes en los que más te necesito.

Esto es solo la introducción de un pequeño manual de instrucciones que poco a poco tú tendrás que ir resolviendo, al igual que otros, que hoy casi han llegado al final.
Es lo único que te puedo dar, no tengo mucho más. Espero te sirva de ayuda para no rendirte a la primera de cambio, porque puede que ya te haya tomado el suficiente cariño y no quiera dejar que te rindas.

Dann


domingo, 13 de mayo de 2012

Cuídate.

Querido compañero,
en realidad no sé porqué te escribo esta carta, supongo que ya vuelve el calor y esta humedad seca me recuerda a ti.
No hace tanto que perdí el hilo del mundo, pero tengo un problema, ya no lo encuentro. Resulta gracioso pero se puede decir que estoy completamente perdida en mí misma. Tranquilo, no te voy a pedir la difícil tarea de que seas tú el que me encuentre, ya has hecho suficiente por mí en todo este tiempo.
Si miro a mi alrededor, no tengo una vista bonita, ni siquiera hay vistas. Puede parecer patético, pero es así.
Me duelen los brazos de tenerlos cruzados durante tanto tiempo, pero es que desde que no estás me falta la poca fuerza, que si bien recuerdas, antes tenía.
Parece que no me importa nada, incluso me río de lo que no tiene ninguna gracia, por tal de evadirme y escabullirme de la especie de realidad que me rodea.

Pero no empecé a escribir esta carta para contarte lo menos agradable que hay por aquí, ni para confesarte que estoy perdiendo la batalla, sino para decirte que no lo pienso permitir, y para darte las gracias.
Gracias por todo, sí, por todo. Por cada soplo de fuerza que me has regalado, por cada momento que me ha llenado de vida, de sabor a voluntad.
Gracias por vivir, fuera y ahora dentro de mí. Porque te siento en cada milímetro de mi ser. Porque creo que pocas veces he estado tan cerca de ti como lo estoy ahora.
Gracias por saber escuchar y saber responder no con la voz, sino con lo que mejor se te da hacer que es repartir ganas de seguir adelante por muy empinada que esté esta rampa que es la vida.
Gracias por ser tal cual has sido, tal cual eres.
Y ya sabes muy bien cual es el otro motivo de esta hazaña que es escribirte una carta, quiero que sepas que a partir de ahora te voy a dar muy poco trabajo, solo necesito que observes con atención mis hechos y que te sientas orgulloso de la persona en la que me he convertido, porque a partir de este punto del camino, ya avanzo yo sola.
Quiero que sepas también que no me pienso rendir, que no tengo la intención de dar mi brazo a torcer, que ahora mando yo y nadie más en mi misma, que la batalla que parecía perdida, será ganada y que no voy a caer, que voy a hacer gala de todo lo que me han enseñado. Que seré fuerte, no indestructible, pero sí lo suficientemente valiente como para enfrentarme al mundo y mirarle a los ojos. Porque ya no le temo a nadie, porque ahora es cuando de verdad me doy cuenta de la gran diferencia.

No sé como terminar, supongo que de nuevo recordándote que sigas ahí para ver como van a cambiar las cosas a partir de ahora, sé que hoy es un día especial, no solo por ese cambio, sino por muchos motivos. Y quiero que uno de ellos sea este.
Muchas gracias otra vez, cuídate.


                                                                                                                                                           Am.

viernes, 20 de abril de 2012

Amargo

Como el limón.
Oculto entre miles de facetas, indescifrable. Fuerte, mucho más de lo que se espera de él.
Una sombra, que anda junto a mí, que me sigue, noche y día. Que se clava en lo más profundo de mi ser, que me hace dudar, que me impregna.
Adictivo, siempre deja ese sabor en mí, ese sabor amargo. Lo necesito.
Mezcla de sensaciones diferentes.
Dureza al hablar, dulzura cuando mira. Sonrisas de medio lado y gesto melancólico, como si deseara algo más de lo que tiene.
Intento fallido de crear una imagen falsa de sí mismo, una imagen de continua indiferencia, que se rompe en cuanto me cruzo con sus ojos y su mundo y el mío se estremecen. A la vez, juntos. Frente a frente.
Dolor, demasiado. Cuando da una de cal y otra de arena, cuando no quiere querer.
Puñales de veneno letal, las palabras. Frases hechas, frases secas, que no me dicen nada y a la vez todo. Se resiste a dejarse ver tal y como es. Por mucho que lo intente, por mucho que se esfuerce, yo ya lo sé.
Conmigo ya no le sirve esa faceta que desea aparentar, lo siento. Yo ya he tocado en lo mas profundo de su ser, ya lo conozco lo suficiente. Lo bastante como para saber que le duele, que le afecta lo más mínimo, que presta especial atención a lo que se le diga, que siente las cosas, que abre todos los poros de su piel cuando lo necesito, que tiene una esencia especial, que me envuelve en si mismo que me lleva tras él, que me busca, que lo busco.
Detalles, que lo delatan, que lo hacen resaltar sobre el resto.
Cuando me persigue con la mirada, cuando me hace sonreír, cuando me arrastra consigo. Cuando le da igual lo que pase fuera, si yo estoy dentro con él.
Cuando se para en seco, para fijarse en los pequeños gestos y palabras que hago y digo. Cuando tiende la mano sin importar quien se agarre a ella.
Cuando ve cosas que nadie más ve.
Anda con decisión, seguro de su final. Parece no dudar. Y yo tampoco lo hago, porque confío en él, confío en su sabor amargo.

Dann

lunes, 9 de abril de 2012

Y me quedé con ganas de más.

De más miradas, de más sonrisas, de más momentos juntos.
Despertarme con ese vacío en el pecho, con mi memoria dando vueltas como una loca, recapitulando cada segundo que compartimos.
Se desvaneció el tiempo, rápido, voló entre nosotros. Paseos, caricias y palabras que ahora ya no me encajan.
Dejaste un buen sabor de boca en mí, demasiado bueno.
Maldito seas, ¿no te das cuenta de que ahora ya no puedo existir sin esos recuerdos?
Los necesito, son parte de mí, van tatuados en mi piel, en cada poro.
No dejan de estallar en mi cabeza, uno tras otro, creando un barullo, del que tú y solamente tú, eres el culpable.
No me siento orgullosa, he caído, y te recuerdo, querido, que yo nunca caigo, pero no sé que pasa contigo. No sé que me has hecho, pero me he resbalado poco a poco, con tu ayuda, hacia un paraíso inmenso al que no sé llegar sin ti.
Del cual me sacaste de un momento a otro.
Y llámame egoista, pero me quedé con ganas de más.

Dann

viernes, 6 de abril de 2012

Inexplicable.

Me mira esperando una respuesta árida o que me levante del asiento y salga del coche a toda velocidad, pero no lo hago. No tengo el más mínimo interés en dejar que se vaya. Hoy no. No pienso dejar que me ganen los impulsos, hoy es un día distinto, hoy es nuestro día.
Simplemente me apetece quedarme aquí, mirándole.
¿Qué se supone que tiene?
Ni siquiera yo lo sé.
Encojo las rodillas y las pongo sobre el asiento, las rodeo con mis brazos y apoyo la cabeza sobre ellas sin dejar de mirarle.
Ojos oscuros, rajados y con la habilidad de dejar completamente sin palabras a todo aquel que los mire.
Es gracioso, me mira de reojo y finge seguir conduciendo con tranquilidad.
Sus manos, grandes, agarra el volante seguro de su destino.
Me regala una sonrisa de medio lado.
-¿Estás bien?
Asiento sin decir ni una sola palabra.
Continúa relajado.
No lo imaginaba, jamás, ni siquiera lo sospechaba. Verme aquí, sentada a su lado, sin poder decir ni una palabra.
Es demasiado tiempo esperando a algo que nunca llegaría, sin embargo está él.
Él en estado puro, sincero, tal cual yo quería, tal cual es.

Resulta ser algo inexplicable.




Dann

miércoles, 28 de marzo de 2012

Y me rindo...

Cierro los ojos en un intento fallido de evadir la realidad, acto egoísta por mi parte. La fuerza que ejerzo sobre las piernas es cada vez menos intensa, dejo caer los brazos y con ellos mis hombros se relajan, ya no me quedan fuerzas ni para mantenerme erguida, un dolor intenso en mi nuca me deja prácticamente perdida y un pitido constante hace que no oiga nada de lo que estás diciendo
Perdí la orientación en el momento en el que noté que algo dentro de mí iba desapareciendo, iba muriendo, lentamente, dejándome sola, completamente sola.
Creía que no era real, pero era otra simple ilusión, que yo misma diseñaba.
Siento todo el peso del cuerpo en la cabeza, ya ni siquiera tengo fuerza para evitar ladearla.
Poco a poco me desplomo, me dejo caer, me da igual el daño que me pueda hacer. No sería comparable al que me hiciste cuando cortaste mis alas.
Dejo de percibir el mundo, pero no me importa, ya me he rendido, ni yo me lo creo.
¿Cobardía? Tal vez.
Pero no te despistes, no te relajes, mantén la guardia montada, porque en cuanto despierte de este trago de dolor, volveré a luchar.
A luchar por mí, y  esta vez, no caeré tan rápido.
                                                                            Dann

lunes, 5 de marzo de 2012

Cinco

Un terremoto de felicidad, ilusión, alegría y sobre todo, lo que más la hace destacar sobre el resto de seres vivos del mundo, es su empedernida lucha por la libertad. La fuerza de voluntad que la rodea, contagia a todo el que esté a su alrededor.
Ella es justo lo que se necesita en este maldito mundo de egoísmo, materialismo, desconsuelo, falta de esperanza, de alegría y un lugar de inconformismo.
Personas como ella, que no abundan, de las que no quedan, de las que se echan en falta.
El tenerla a mi lado es una suerte enrome, quizá lo mejor que haya llegado a mi vida.
Nada ni nadie puede sustituirla.
La quiero, por encima de todas las cosas. Es una fuente inagotable de vida. Sin ella yo no estaría hoy aquí.
Y es por eso que con ella tengo una duda eterna.













Para ti mamá.

domingo, 4 de marzo de 2012

Sacudida

Ando con decisión hacia delante, sin pararme. Descalza, el viento seco de levante me da en la cara, viento cálido. La arena clavándose en la planta de mis pies, siempre me ha encantado esa sensación, me tranquiliza. Avanzo rápido, pero me paro de golpe, me ruge en la cara, me incita a no hacerlo, chocan detrás una de otra, sin pausa. De forma salvaje, me recuerda ese sonido al rugido de un león, maldita sea, me atemoriza la idea de entrar ahí, sin embargo en el momento en que mis pies comienzan a sentir el agua, un escalofrío me recorre el cuerpo, presionándome para que sin miedo continúe caminando.
Así lo hago. Me obedezco a mí misma.
Poco a poco el agua me va ganado terreno. Primero acaba por cubrir mis rodillas, subiendo hasta la cintura. Me paro. Las olas me vencen, me golpean una tras otra, son grandes, tanto que llego a asustarme.
Me giro, la playa está totalmente vacía. Ni siquiera se ve gente paseando.
Tomo aire y me hundo.
Una vez bajo el agua, no oigo absolutamente nada, un silencio contagioso, desgarrador. Aquí abajo está la calma que tanto buscaba.
Me dejo llevar, sin salir a tomar aire, pienso estar aquí mientras mis pulmones aguanten, no será mucho. Es por ello por lo que quiero aprovechar hasta el último segundo. Aprovechar, para sentirme sola, para no escuchar a nadie más que no sea yo misma, lo necesito. Unos segundos de paz.
Estoy asustada, mucho. Y no entiendo el motivo. Se supone que tengo que ser feliz y encajar en todo y con todo lo que hago, pero no es así, yo sé que no es así. Muy pocas veces realmente me llego a entender yo misma. Y eso me duele. Ando por la vida dándole consejos al resto del mundo, sin embargo, ¿y yo?, yo parezco no necesitarlos. Y quizá creo que no los necesito, pero ahora es cuando me doy cuenta de lo que los echo en falta. A fin de cuentas, algunos los hubiera usado. Me quedo sin oxígeno, los pulmones me pinchan, me piden una bocanada de aire contaminado, de ese de ahí fuera. Y yo solo soy una sierva que debe darle lo que piden. Cojo impulso con mis pies y salgo a la superficie. Inspiro profundamente y lucho contra las olas para poder salir.
Cuando por fin vuelvo a tocar tierra seca, me agarro el pelo en una trenza mal hecha y me tiro de espaldas sobre la arena, mirando al cielo.
A fin de cuentas solo necesitaba un momento mío, solo mío.

Dann

sábado, 25 de febrero de 2012

Espejo

"Lo siento, sé que me he portado como un estúpido, pero pareces no haberte dado cuenta de una cosa, una cosa bastante importante, por lo menos para mí..."

Termino de desdoblar la carta. Y continúo leyéndola.

"Mírate, puede que desconozca, cual es tu color preferido, tu canción favorita, ni siquiera sé qué tipo de música te gusta escuchar... Y entiendo que sea motivo más que suficiente para enfadarte"


Suspiro. Me pongo frente al espejo, me miro de arriba abajo.

"Pero... Párate en seco, porque tengo que decirte algo muy importante, no lo necesito. No necesito saber todas esas cosas insignificantes, no fue nada de eso lo que me enamoró de ti perdidamente"


Comienzo a notar como mis mejillas se sonrojan.

"Te conozco desde que eres una niña, y siempre has tenido la misma mirada oscura, en la que cada vez que me reflejo no puedo evitar quedarme paralizado. Esa es una de las pocas cosas en el mundo que pueden dejarme sin palabras"


Me acerco aún más al espejo y busco verme reflejada en mis propios ojos.

"Puede que no recuerde cual es tu canción preferida, pero para mí, eso no es algo importante, porque yo siempre tengo en la cabeza tu voz, tu risa... Y esa es la única melodía que me resulta bonita ya..."


Me aparto el pelo de la cara, conteniendo el aire.

" Recuerdo perfectamente él día que te vi por primera vez, esa sonrisa no se borra de mi mente, cada palabra que has dicho, que muchas veces han sido lanzas de fuego, que me han hecho madurar y darme cuenta de lo mucho que mejoro cuando estoy contigo, porque sí, tu me haces ser mejor" 


Dejo caer los brazos. Frente al espejo... Ahora me siento mucho más grande... A mí tampoco se me ha olvidado ese día.

"No sé lo que te pasa por esa cabeza, ni como vas a reaccionar después de tantos años... Años en los que siempre te he visto como alguien especial, alguien que está... Que nunca se marcha de tu lado... Esa sinceridad y paz que me transmites cuando estás conmigo, si por mi fuera, no dejaría que te marchases de mi lado en ningún momento... ¿No te das cuenta? Eres todo lo que necesito..."


Sonrío.

"Recuerdo y conozco todas y cada una de tus miradas, de tus sonrisas, esas que mantienes desde que eres apenas una niña, de tus andares, tu pelo, tu boca... Conozco cada parte de ti... Tus gestos, tus manos... La forma en la que ladeas la cabeza... Todo. Así que, no pienso permitir que vuelvas a poner en duda si te conozco o no. Porque es una ofensa. ¿Entiendes ahora por qué para mí no es necesario saber tu color, tu canción... No lo necesito, porque sé todo lo que necesito saber sobre ti. Estoy completamente seguro de que estás frente al espejo, mirándote, ahora sonríes..."

Leo la última parte de la carta. No dejo de sonreír.

"Eres lo mejor que tengo, no estoy acostumbrado a decir todas estas cosas, pero necesitaba que supieras lo orgulloso que me siento de conocerte, y de tenerte cada día a mi lado..."

Dann

lunes, 20 de febrero de 2012

Reclamo

Miro el reloj, ansiando esa llamada. Llamada que hace que no me separe del teléfono en toda la tarde, me arrepiento, me arrepiento cada segundo de haberlo marcado, me arrepiento incluso de haberlo comprado. Tentación que anula completamente mis sentidos.
Espero impaciente.
Quiero oír tu voz, decirte que te echo de menos, saber que sigues ahí.
-¿Dann?- se escucha eco y en tu tono noto la frialdad que acompaña a la tarde de invierno.
-Sí, soy yo...-contesto tímidamente


Dann

domingo, 19 de febrero de 2012

Tiempo que vuela

Aún me hace gracia recordarlo, el tocadiscos abandonado, aquel cuadro de Monet aparcado a un pequeño lado de la habitación, los cojines por el suelo y el espejo en el que todo se refleja, nos observaba inquieto.
Posiblemente jamás se haya parado a pensar qué ha sido de ti o de mí, de nosotros.
-Te toca-me dices arrodillado en el suelo frente a mí.
-No sé, déjame que me lo piense-me coloco la mano justo debajo de la barbilla en gesto pensativo, aunque en realidad no puedo apartar la mirada de tus ojos oscuros y tu sonrisa de niño duro, justo lo contrario de lo que eres. Nadie lo diría.
-Esto empieza a ser aburrido...-lo dices con miedo, quizá pase lo de siempre, no sabes como voy a reaccionar.
Comienzo a reírme a carcajadas.
-¿Cómo te puede parecer aburrido un juego de ajedrez?-te pregunto fingiendo asombro.
-Pues sí, me lo parece-dices a la vez que te tumbas sobre los cojines tirados por el suelo.
-Bueno, en ese caso... Me marcho para que descanses-digo a la vez que me pongo en pie y comienzo a atarme los cordones de las converse.
Me mira de golpe.
-Eh-se incorpora-yo no he dicho que quiera que ta vayas-me dice
-Ya, pero es muy tarde y...-no me deja terminar la frase, me coge de las manos y me obliga a soltar los cordones.
Me giro y lo miro.
-Sólo un rato más, venga. ¿Qué te cuesta?-me pide a la vez que me regala una sonrisa fugaz.
-Vale, pero no mucho-sabiendo que con él las horas acaban por convertirse en segundos que se esfuman rápidamente, sin que pueda darme cuenta.

Dann

sábado, 11 de febrero de 2012

Apostar

-Dame la mano, vamos Dann. Tú puedes-me mira fijamente, con seguridad. La que en este momento me falta a mí.
Sin embargo, no soy capaz. Llámame cobarde. Pero no me atrevo, no quiero dar un paso al frente y que ya sea tarde para volver atrás.
-No puedo-le grito, asustada, sí, tengo miedo. Más que nunca. No es que no confíe en él, es que no confío en mí.
-Dann, conmigo no te va a pasar nada, no tengas miedo-apenas me siento el cuerpo, no soy capaz de levantar la vista, no puedo quitar los ojos de ese vacío inmenso. No puedo apostarlo todo para luego no llevarme nada a cambio.
-Estás loco, por favor. Sácame de aquí-no dejo de gritarle lo mismo una y otra vez, tirito, tengo frío y siento en la sien un latido fuerte, que me está haciendo perder la razón.
-Estoy contigo, sé que eres capaz-me sonríe, yo apenas puedo articular palabra, y él sin embargo, parece estar tranquilo, cómo si no fuera cociente del peligro que estamos corriendo-Eres lo más importante que tengo, no puedes dejarme hacer esto solo, vamos-me repite.
Cierro los ojos, no miro hacia abajo, levanto la cabeza lentamente y aunque sigo teniendo el mismo miedo que antes, lo agarro de la mano. Él tira de mí y me atrae hacia sí.
-Abre los ojos, ya estás conmigo.




El pitido de un furgón, hace que me despierte de un salto. Abro los ojos, el sol que se cuela entre las cortina azules me ciega. Me incorporo en la cama, toda revuelta, por la pesadilla.
Entonces alguien toca a la puerta. Me asusto, aún tengo el corazón a cien por hora después de lo ocurrido en mi condenado subconsciente.
Por más que quiera despertar de él, ha sido tan real, que sigo temblando de miedo.
Vuelve a aporrear la puerta.
Me pongo en pie y bajo las escaleras de dos en dos, había olvidado que no hay nadie en casa.
Abro la puerta y una sonrisa se dibuja en mi cara. Ahí está, apoyado en la cancela, con sus ojos oscuros mirándome de arriba a abajo.
-Buenos días- me dice, su voz. Aún tengo grabada en mi mente cada palabra que me ha dicho hace dos minutos, mientras dormía- ¿Quieres dar un paseo? Hace un día estupendo.
Asiento con la cabeza.
-Voy a cambiarme-le contesto, mientras subo las escaleras de nuevo.
El sueño vuelve a mi mente, aunque él no lo sepa, lo dejaba todo por estar a su lado.

Dann

domingo, 5 de febrero de 2012

Tenerte

Me mira fijamente, sin parpadear. Sonríe, las manos metidas en los bolsillos. Apenas soy capaz de mantener mi postura inflexible.
Sus ojos, me traspasan, se puede decir que lo está haciendo a propósito.
-Vamos Dann, sé que no puedes estar así eternamente-me dice con voz de crío consentido.
Sin embargo no cambio el gesto. Ahí de pie, balanceándose de un lado a otro, ladea la cabeza.
Da dos pasos al frente, se acerca cada vez más a mí.
Giro la cara con orgullo, aunque quizá lo que menos me apetezca hacer ahora, sea eso.
-¿Puedes dejarme en paz?-le pregunto cada vez más insegura. No deja de acercarse, lentamente, sonriendo.
-Sabes de sobra que no puedo-se saca las manos de los bolsillos.
Apenas 10 centímetros nos separan. Cada vez la distancia es más corta.
Las piernas me tiemblan y ya noto su respiración cerca.
-Pues podrías empezar a poder respetar mis enfados-intento evitar las ganas de abrazarle.
Me coge de las manos, su cuerpo empieza a rozarse con el mío.
-¿Estás enfadada, en serio?-pregunta a la vez que apoya su frente contra la mía.
Asiento con la cabeza, ya no me salen las palabras.
-Pues yo jamás me enfadaría contigo-sonríe- ¿Sabes por qué?
Niego con la cabeza, aunque la respuesta la sé a la perfección.
-Porque te quiero-dice a la vez que separa su frente de la mía y me abraza.
Suspiro, era justo lo que quería oír.



Dann
    


jueves, 2 de febrero de 2012

Atada

Apenas le encuentro la moraleja, ni siquiera tiene sentido. Ya ni me acuerdo del principio y está claro que nunca voy a llegar a ver el final.
 Llevo tiempo tras él, tratando de encontrarlo, de no dejar que se escape.
 Lo sigo sin parar, día y noche, pensándolo.
 Me refugio en cada uno de sus pasos, esos que da con decisión al horizonte.
No tengo ni idea de hacia dónde se dirige, es como quien va perdido, y me pierde a mi con él.
Agonía, por ver que no sé cuando parará, que no descansa y mucho menos piensa rendirse.
Yo tampoco parezco tener intención de aflojar la marcha, y no entiendo el motivo. Quiero parar, pero no puedo. Hay algo por encima de mí, algo que me lo impide.
Es incesante, es un misterio, está prohibido. Sin embargo lo hago, no pienso en las consecuencias, no me importan. Sólo camino cuando él camina y corro cuando él corre.
Quiero alcanzarlo, es mi meta.
Algún día será él, el que me siga a mí.
                                   

Dann

martes, 31 de enero de 2012

Héroe

No tiene ni capas de colores llamativos, ni coches súper lujosos que corren a la velocidad de la luz, tampoco puede subir por las paredes como una araña, no tiene la piel de color verde y unos músculos que acaban por romperle todas sus camisas, no es de hierro, ni corre súper rápido, tampoco es capaz de hacerse invisible, ni tiene un escudo que nadie puede romper, no tiene una fuerza sobrenatural.
No tiene nada de eso, pero tampoco lo necesita. 
Sencillamente, porque no le gusta destacar, porque los superaría a todos con el chasquido de los dedos.
Es la persona que más veces me ha salvado cuando he estado en peligro, y lo ha hecho sin pedir nada a cambio. Está ahí cuando más lo necesito, que suele ser la mayoría del tiempo.
Lo admiro de forma sobrehumana, por miles, millones de motivos, tengo mil razones para hacerlo. 
Es valiente, siempre lo ha sido, se enfrenta día a día a la vida, a la realidad y siempre con una sonrisa. 
Es generoso, ya sea con su familia o con los demás, daría su vida por la gente a la que quiere. 
Es una ángel, que vela por mí. Ha estado conmigo siempre, dejándome libertad para equivocarme y ayudándome a aprender de los errores. 
Es mi apoyo, mi fuerza de voluntad, es mi héroe.

















Pero ante todo, es mi padre.
Te quiero.




Dann












lunes, 30 de enero de 2012

Zurda

Hoy me he levantado con el pie derecho, y quizá parecía un día cualquiera, en la vida de cualquier persona. Pero no, hoy me he dado por fin cuenta de que no soy cómo ellos. No soy cómo la mayoría.
Camino despacio pensando en lo poco en lo que nos parecemos, en lo distintos que somos... Y he encontrado el motivo por el que yo no encajo en este mundo, y es que, está hecho para los diestros.
No para mí.
De hecho, está comprobado, cuando he llegado esta mañana temprano a clase y he buscado por toda la sala una silla con paleta para zurdos, me he dado cuenta de que solo había dos... Ambas ocupadas. Así que, como es de costumbre, me he sentado en una para diestros, que de esas hay muchas. No sé si soy yo la que escribe raro, o los demás, pero el resultado final ha sido un dolor de espaldas, en músculos de los cuales no sabía su existencia.
Sí, puede parecer hasta gracioso, pero... Aún recuerdo lo mal que lo llegaba a pasar cuando era pequeña, sí, las tijeras estas de colores, muy monas, en rojo, amarillo... Bien, pues yo quería cogerlas igual de bien que el resto de compañeros de clase, pero sin embargo ellos tenían la "ventaja" de ser diestros, y sus notas siempre eran más altas que las mías, porque ellos recortaban por la línea, y yo no. El motivo está más que claro...
Aunque pensándolo bien, creo que solo unos pocos tenemos la suerte de ser zurdos, es una auténtica ironía, pero, es ahora cuando por fin valoro su significado, miles de veces he buscado motivos por los cuales me tocaba a mí ser la distinta, la que no encajaba en ninguna parte, aquella que amaba todo lo que los demás detestaban, la que acostumbraba a ignorar cuando los demás la ignoraban a ella, la que no necesitaba a nada ni a nadie que no fuese sí misma.
Hoy he encontrado el motivo, y es que vivo en un mundo que no está hecho del todo a mis medidas, he intentado a lo largo de mi vida ser como un camaleón y adaptarme al resto, sin embargo, no puedo.
 Ahora cuando me pregunten el porqué, responderé:




Simplemente, soy zurda.








Dann

sábado, 28 de enero de 2012

Madrugada manchada de ilusión

Sentada al final de la penumbra, aquel sillón que me acompaña a cada momento, la ventana justo al lado de mí, miraría a través de ella si no fuera por lo que hay tras ese cristal manchado de gotas de lluvia.
La tormenta ha pasado, se ha ido. Ella también me ha abandonado. Pero no me importa o por lo menos de eso intento estar segura.
Me falta aire para respirar e ilusión para percatarme del pequeño ser que me observa desde la casa de enfrente. Estoy tan sumida en mi subconsciente, que mis ojos lo ven pero yo no.
Muevo mis pies hacia delante y atrás, intentando que la sangre me active.
Al otro lado,  abandonado se encuentra mi mejor amigo, compañero de momentos de agonía, desesperación, melancolía, felicidad, añoranza...  Mi piano. Prácticamente lleno de polvo por la falta de uso. Pero aún así, soy capaz, aún, de sentir en mis dedos la majestuosidad de sus teclas frías en una tarde de invierno como esta.
Lo miro con compasión, viejo amigo.
Entonces algo se enciende en mi, recuerdo tus manos sobre las mías enseñando como colocarlas y darles forma y ritmo a cada una de aquellas notas perdidas hoy en el olvido.
Vuelvo impulsivamente la cara hacia la ventana, por tal de no tener que refugiarme en ti, ni en esos recuerdos. No quiero ver en lo que ha acabado todo, simplemente no puedo.
Observo la carretera vacía,  a estas altas horas de la madrugada, no es de extrañar, que ni un solo ser se atreva a salir, hace demasiado frío. Me percato de un movimiento, justo frente a mí. Un niño, pelirrojo de ojos verdes, mantiene su cabeza apoyada en el cristal, nos separa una gran distancia pero distingo sus pecas, repartidas por toda la cara con una distribución un tanto juguetona. Me quedo absorta mirándolo, quizá en cualquier otro momento no le habría prestado la atención que le presto ahora.
 Me transmite paz y alegría, todo lo que necesito. Un soplo de aire fresco. Veo en él la inocencia de un niño, pero a la vez la madurez inquieta de un adulto.


No ha dejado de mirarme desde ahí enfrente durante todo el tiempo que llevo aquí sentada.
Estúpida de mí, no me he dado cuenta de su presencia hasta ahora.
Me pregunto qué hará ahí. Y dudo que lo mismo que yo.
Lo saludo con la mano, esperando una respuesta, pero se limita a sonreír y a apartar la mirada.






Quizá se haya percatado de que intento darle un poco de sentido a mi vida.









Dann

miércoles, 25 de enero de 2012

Desenlazados

No dejan de resbalar por mis mejillas, una a una, lentamente, sin parar.
El corazón me late con más fuerza que nunca, de hecho me ahoga desde dentro. Corro y corro y apenas alcanzo a ver el final, no sé lo que acaba de ocurrir ahí dentro, no soy capaz de descifrarlo, supongo que es una pesadilla y rezo por abrir los ojos en cualquier momento y ver que es así.
Imaginé miles de veces situaciones como esta y sin embargo, no era yo la que lo sufría.
Pero acabo de darme de bruces contra la realidad, maldita realidad, sucia y despiadada que acaba por destrozar a todo aquel que la vive. Ingenua de mí, de ti, de nosotros.
De cada pequeño momento o instante que se ha esfumado, que ha desaparecido, que nunca más volverá.
Acabo por perder la esperanza de volver a verte, estoy demasiado cansada para luchar. La lluvia me da en la cara , ya no siento las piernas y mis zapatos están completamente mojados, han sido demasiados charcos salpicados.
Me siento como un barco a la deriva al que golpean una ola tras otra.
Freno en seco y tomo aire. Abro los brazos y sonrío a la vez que mis lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia.
Así creo que quizá el dolor se aliviará o que conseguiré deshacerme de cada pequeña daga de recuerdos que ya no me sirven.






                                                                                              Dann

domingo, 22 de enero de 2012

Sentidos

A flor de piel, escapándose por todos y cada uno de los poros de mi cuerpo.
Siento tu respiración justo detrás de mi oreja, ahí, en mi nuca, agarrándome de las manos y balanceándose conmigo. En la planta de mis pies siento la arena, cada vez más fría, pero apenas me importa.
No veo nada y sin embargo tengo la sensación de que no lo necesito, el olor de la la venda que me has puesto en los ojos huele a ti, no entiendo qué quieres enseñarme, pero el simple hecho de ser algo desconocido, hace que me deje llevar sin importar el resultado.
Tu cuerpo roza el mío despacio, no dejo de preguntar dónde se supone que vamos, pero tú solo te ríes. Bonita forma de dar respuesta a mis preguntas.
No temo, sé que estoy contigo y que nada malo va a pasar... Estás ahí, justo donde yo quiero que estés.
Ahora ya no hay arena, ahora siento el agua fría y sé, por el olor, que estamos en el mar.
Poco a poco me destapas los ojos, yo solo puedo abrirlos lentamente, la luz me ciega, pero en el momento en el que consigo ser cociente de donde estoy, una sonrisa se dibuja en mi cara.
Te colocas justo en frente de mí, mirándome con esa mirada profunda que me hace perder la noción del tiempo y tu sonrisa burlona. Y me doy cuenta de lo realmente importante que eres y del gran papel que juegas en todo esto.

De que sin ti, las cosas no tendrían el significado que ahora tienen.















Dann

sábado, 21 de enero de 2012

Tabú

Hoy tengo ansia, ansia de volar, de alcanzar a ver todo aquello que es invisible para mis ojos, ser capaz de no mirar hacia atrás, de sentir el aire en mis mejillas, de notar ese cosquilleo en el estómago, que es molesto en cualquier momento, menos en este.
Ansia de acariciar con mi mano cada una de las nubes que un día miré desde abajo con añoranza, de reír sin preocuparme de la situación, de respirar y contener el aire dentro de mis pulmones y saber que es mío y que nadie me lo puede quitar, de dar vueltas y vueltas y no marearme.
Ansia de gritar que me siento bien, que soy feliz, que los pájaros me enseñen el camino que hay que seguir, ellos y solo ellos. Que me recorra el cuerpo desde la cabeza a los pies la sensación de vértigo, por no sentir que estoy pisando sobre firme.
Ansia de ver de cerca el principio de una tormenta y empaparme sin tener la más mínima necesidad de cubrirme. De sentir que no tengo dudas, que sé cómo seguir aunque esté completamente perdida.
Hoy tengo ansia, ansia de ser libre.
                                                                                             



                                                                                                                                          Dann

viernes, 20 de enero de 2012

Llega el momento decisivo

Y es ahora cuando me toca decidir a mí, tomar el control de mí misma, la única dueña de mis actos, ser capaz de afrontar y desafiar a la vida.
 Demostrarle que existo y que no voy a rendirme.
Susurrar a todo aquel que esté a mi alrededor que he vuelto y que jamás volveré a irme. Que pueden faltarme miles de cosas, todo, menos coraje.










                                                                                                   Dann