-Dame la mano, vamos Dann. Tú puedes-me mira fijamente, con seguridad. La que en este momento me falta a mí.
Sin embargo, no soy capaz. Llámame cobarde. Pero no me atrevo, no quiero dar un paso al frente y que ya sea tarde para volver atrás.
-No puedo-le grito, asustada, sí, tengo miedo. Más que nunca. No es que no confíe en él, es que no confío en mí.
-Dann, conmigo no te va a pasar nada, no tengas miedo-apenas me siento el cuerpo, no soy capaz de levantar la vista, no puedo quitar los ojos de ese vacío inmenso. No puedo apostarlo todo para luego no llevarme nada a cambio.
-Estás loco, por favor. Sácame de aquí-no dejo de gritarle lo mismo una y otra vez, tirito, tengo frío y siento en la sien un latido fuerte, que me está haciendo perder la razón.
-Estoy contigo, sé que eres capaz-me sonríe, yo apenas puedo articular palabra, y él sin embargo, parece estar tranquilo, cómo si no fuera cociente del peligro que estamos corriendo-Eres lo más importante que tengo, no puedes dejarme hacer esto solo, vamos-me repite.
Cierro los ojos, no miro hacia abajo, levanto la cabeza lentamente y aunque sigo teniendo el mismo miedo que antes, lo agarro de la mano. Él tira de mí y me atrae hacia sí.
-Abre los ojos, ya estás conmigo.
El pitido de un furgón, hace que me despierte de un salto. Abro los ojos, el sol que se cuela entre las cortina azules me ciega. Me incorporo en la cama, toda revuelta, por la pesadilla.
Entonces alguien toca a la puerta. Me asusto, aún tengo el corazón a cien por hora después de lo ocurrido en mi condenado subconsciente.
Por más que quiera despertar de él, ha sido tan real, que sigo temblando de miedo.
Vuelve a aporrear la puerta.
Me pongo en pie y bajo las escaleras de dos en dos, había olvidado que no hay nadie en casa.
Abro la puerta y una sonrisa se dibuja en mi cara. Ahí está, apoyado en la cancela, con sus ojos oscuros mirándome de arriba a abajo.
-Buenos días- me dice, su voz. Aún tengo grabada en mi mente cada palabra que me ha dicho hace dos minutos, mientras dormía- ¿Quieres dar un paseo? Hace un día estupendo.
Asiento con la cabeza.
-Voy a cambiarme-le contesto, mientras subo las escaleras de nuevo.
El sueño vuelve a mi mente, aunque él no lo sepa, lo dejaba todo por estar a su lado.
Dann